me gusta oler la noche en verano
con los árboles por fin respirando
y los coches descansando
y las gentes escapando
de sus cotidianidades rotundas
cárceles de cristal
tan invisibles y tangibles
que los condenan a un invierno perenne
que es un infierno del que nadie sale indemne
y aún así
por la noche
en verano
cuando el silencio no es tan silencio
me gusta oler los jazmines escondidos en los patios
y caminar junto a la playa
sabiéndome dueña de un privilegio incontestable
aunque mis pasos pisen solos
y sus huellas se difuminen tan rápido
y no esté segura de si puedo estar segura
de nada
mentir
Cada vez que alguien me pregunta mi nombre deseo
mentir. Empezar a mentir y no parar nunca. Fabular. Inventar un nuevo
nombre, una nueva vida. Mentir. Explicar cosas que no son ciertas y ser
consciente de ello. Decir: estoy bien, me llamo Minerva, tengo 82 años.
Si, si, has oído bien, lo que pasa es que me hago mascarillas con yogur,
miel y levadura de cerveza. Cerveza. Decir: estoy fatal, me llamo
Olivia, tengo 28 años, acabo de ser madre, parí una tortuguita que tiene
tu cara y te echo de menos. Tambien puedo repetir mi nombre: Alma
Vlaminck, hasta que este me parezca cierto y no sienta que miento al
pronunciarlo. Pero: si yo no me llamara Alma de Vlaminck y me llamara,
por ejemplo, Anna Fritz o Teresa Panero ¿Mentiria entonces al decir que
me llamo Alma de Vlaminck, sin saber que no es cierto? Mentir. Y qué más
dá mi nombre, y qué importan mis raíces, y por qué es tan importante
decir la verdad...
Escrito en 2008 en Alma en Bougival, crónica de un viaje insomne
Escrito en 2008 en Alma en Bougival, crónica de un viaje insomne
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