poema de amor

que salga el sol o que no salga y nos dé igual
que llueva perejil y aprendamos a cocinar
que el tiempo pase pero no para nosotros
que se haga de noche a mediodía cuando nos acurruquemos
que se haga de día a medianoche cuando empecemos a bailar
que nuestros libros favoritos no se acaben nunca
ni nuestras páginas favoritas
ni nuestras frases favoritas
ni nuestras palabras favoritas
ni las canciones
que no paren de sonar nuestras canciones favoritas
que no evites amarme ni huyas de mis besos
esta frase se ha colado
que se cuelen las verdades por todas las rendijas
y los deseos
que aparezcan y se cumplan y se renueven los deseos
y los abrazos
que se multipliquen los abrazos
y las leyes
que solo existan las leyes naturales
que el desayuno pueda ser la comida de qualquier hora
y abundante
y nutritiva
que no exista una hora perfecta
ni un minuto extraño
ni un instante odioso
que tu no seas yo y yo no sea tu
y aún así sepamos comprender



sentencia

Volveré a encontrarme estas letras
que ahora vierto sin demasiado entusiasmo,
o sin demasiada esperanza
de que lleguen a
significar algo,
verdaderamente.

privilegio (uno)

Ha quedado la ventana abierta desde la madrugada.
Nos dormimos entre el calor de nuestras pieles.
Ahora el sol ya está en el cielo.
Terminó de estar toda la noche bajo el mar.
Y ya sólo nos quedan las piernas cruzadas,
de aquel abrazo en el que nos dormimos.

El viento como todo ruido.
Mañana de domingo.

Entonces me despierto
y me deslizo
sin pensarlo demasiado
sin pensarlo en absoluto
acto reflejo que me aboca a
pasar mi mano por tu espalda
hasta volver a ese punto cero de nuestra noche antes del sueño
y me quedo así
respirando tu cuello
unos segundos
o minutos
o vidas
hasta que te deslizas
sin pensarlo demasiado
sin pensarlo en absoluto
y te quedas sentado un instante
cabeza entre las manos
ojos cerrados
todavía soñando
o ya soñando
y decides empezar tu día
regalándome un café.